El físico Galileo Galilei (1564-1642) descubrió que la
densidad de los líquidos, como el cambio de la temperatura varía y en esto
principios se basó y diseño el termoscopio
para medir la temperatura con una precisión relativamente buena.
Consiste en un tubo de vidrio cerrado por ambos lados, lleno
de agua y en su interior contiene unas esferas sumergidas una debajo de la otra
pero con diferente cantidad de líquido y aire por lo cual tienen diferentes
densidades.
Cada esfera tiene un plaquita donde está grabada la
temperatura.
Cuando la temperatura se eleva, el líquido en el tubo de
vidrio se vuelve menos denso, provocando que las esferas de vidrio se hundan
una por una.
En conclusión, al aumentar la temperatura, las esferas que
están en la parte superior van cayendo hacia la parte inferior y al disminuir
la temperatura, las esferas que están en la parte inferior van subiendo hacia
la parte superior. La temperatura es la
indicada por la esfera que flota a menor altura dentro del grupo superior.
Se basa en el principio de Arquímedes, y como su propio
nombre indica, lo inventó Galileo Galilei, que no solo tenía ojos para la
astronomía. Como cada esfera tiene una cantidad distinta de aire y agua,
distinta es su densidad, y cada una de ellas reaccionará de forma distinta a
medida que cambie la temperatura del líquido transparente del termómetro.
La precisión de este termómetro no es mucha, no solamente por los 2ºC de diferencia entre dos plaquitas consecutivas sino, además por la necesaria estabilización de la temperatura, las imprecisiones en la medida de masas y volúmenes, etc. Aun así constituye un curioso e ingenioso sistema de determinación de la temperatura asociado a una importante propiedad que es la variación de la densidad de un líquido con la temperatura.